miércoles, marzo 12, 2008


Queridos lectores:


Antes que otra cosa, permitánme contarles que en unos días más, me entragarán unos resultados y sabré exactamente cuantas semanas deberé seguir postrado y recluido en esta mi casa que es su casa ¡ya es ganancia!
También, quiero contar que he descubierto o mejor dicho inventado, una nueva salsa para el spaguetti, y yo, cuyo estomago esta sensibilísimo y delicadísimo, pude comprobar que no tiene efectos digestivos adversos, por lo que en un post futuro podré explicarles más sobre la quimica de su elaboración. Ya ven: la reclusión tiene resultados positivos, sino creen, lean las biografías de algunas monjas cuya vida como es sabido fue de recogimiento, las cuales por cierto, he comenzado a leer motivado por la clase que al respecto tomo como oyente en la fac de filos. También en otro post que haré en el futuro cercano, podré abundar más al respecto, por ahora no se inquieten, al menos no mas que yo que esta por demás decirlo, motivos para inquietarme me sobran, ja-ja.

Y ahora va la descripción de mi situación, a petición de mi amigo invisible, el ¡médico- invisible! ...

Esta mañana desperté como lo he hecho en los últimos dias, con un gran cansancio, seguro consecuencia de la mala noche que tuve anteayer ¿por qué fue mala noche? esto fue lo que paso: al momento de acostarme sentí un gran dolor en el pecho, justo en el centro. No era el corazón por que dicen que éste lo tenemos en el lado izquierdo, y yo el dolor lo sentía en el centro, ni en el lado izquierdo y mucho menos en el derecho, era en el centro. Me incorporé varias veces y así el dolor disminuyo un poco. No miento si digo que invoqué a todos los santos laicos que me vinieron a la mente. Creo que en una de esas veces fue cuando quede completamente dormido, y fue hasta esta mañana de la que hablaba, que desperté con ese gran cansancio, esas náuseas terribles que vienen acompañadas de un sabor de boca amargo, que apagué con un endulzado jugo de papaya.

Desayune las obligadas frutas y por la tarde, decidí innovar mezclando las verdudas que tenía a la mano: champiñones, jitomates, cebolla, ajo, epazote, y una pasta que vino a despertar mi lengua que creía perdida hace tiempo.

Después me vine acá a terminar algunas cositas del trabajo, responder mails y redactar algunos documentos. Canalicé desde donde estoy a una chica para que sea atendida con la ILE, con una llamada, una consulta por msn y listo, y fue mi primera ¡viva la tecnología!

Ahora he terminado, y creo que es necesario ir a dormir. Mañana espero tener menos náuseas. Este es por ahora, mi único deseo... ¿concedido?

1 comentario:

Pável dijo...

Me recuerda tanto a cuando yo estaba con la pierna inmovilizada, que casi me deprimo otra vez. Qué bueno que usted lo haya canalizado positivamente, yo sólo espiaba vecinos por la ventana, en un homenaje privado a Bart Simpson.