miércoles, diciembre 24, 2008

Qué cosa es el amor
Medio pariente del dolor,
Que a ti y a mí no nos toco,
Que no ha sabido ni ha querido ni ha podido,
Por eso no estás conmigo
.
Cuando aquello pasó no miento, me sentí desdichado, víctima de una gran injusticia, burlado, en un circo, una telenovela de mal gusto y además, me sentí terriblemente incomunicado: te habías ido dejándome ahí, hablando solo y yo, como loco, sólo atine a mirarme al espejo y paralizarme. Te habías ido y esta vez estabas furioso, por un malentendido, que fue la razón de ese momento. El insulto fue lo de menos, lo peor vendría después, lo sabía y así fue. Cerré todo, la computadora, las persianas y mi mente, que en esas tempranas horas no sabía cómo reaccionar; volví a ser niño, volví a tener 4 años y me vi de nuevo indefenso, temeroso, entristecido: TE HABÌAS IDO. A donde volteara ya no estabas. Esto no puede ser, pensé, así no puede concluir todo, no, no y no. La confianza en esa idea por un momento me tranquilizó y pude de una u otra forma dormir, hablar por telefono con algunos amigos y esperar.

Al otro día, la ciudad estaba destrozada. De pronto descubro, que todo en la ciudad es despojo, abandono, fracaso ¿Qué hace alguien con el corazón dolido más que caminar por las calles de la Ciudad de México, la más interminable del mundo? Caminar y caminar, ver y descubrir aunque han estado ahí siempre, los que parecen refugios donde se puede ir a dejar que fluya todo lo que el corazón tiene que decir, todo lo que tiene de lava ardiente o de ponzoña. Las casas, las calles, las plazas repletas, guardan la mística de los templos confesionarios, ocultos y visibles sólo para los elegidos.

Es de tarde, el sol se pone y el cielo se torna rosa, morado, pétreo. A esa ahora y ese día, todo me habla con tristeza: mi cuarto, la gente, mi casa, la calle. Por donde voy, las fachadas se vuelven puertas a guaridas, a claustros donde van a esconderse cuerpos enlutados desde siempre y que yo descubro apenas, como un relámpago que ilumina la conciencia, como asceta que da con su río en pleno desierto:
Una ciudad, mi cámara y yo; trato de retratar todo lo que pasa ese día, y en los días siguientes. Aquí una parte de esa memoria que es pasado, en el que estuviste ausente y todo se volvió escenario para esa partida.
























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