jueves, marzo 19, 2009

Esta mañana enciendo la radio: una voz lejana, como alarmada, hace un recuento de lo ocurrido el ùltimo dia, la ùltima noche, las ùltimas horas alla afuera. Dentro, todo parece aletargado; un paisaje como de pampa con lineas infitas en el horizonte, nubes parsimoniosas y ligeras, esbeltas, una sensaciòn como de tarde en casa de ronroneos y tazitas de tè frente a la ventana. En tal escena, me vienen las ganas de tomar de nueva cuenta el cuaderno y sentarme a dibujar edificios; Me gusta eso: ahi con todo detalle una ventana, un farol, un arbol diminuto y bien sugerido, y entre ellos, unos minùsculos seres habitando esa ciudad imaginaria. Me asomo por la ventana y entre todos esos muros que veo frente a mi me pregunto, como por azar ¿Donde estaràs? ¿en quièn estaras pensando ahora?Cierro los ojos y los puños con fuerza, me concentro en tu nombre e imagino que puedo invocarte de esa forma, repetirlo quiza tres, cuatro, cinco veces, para que en el lugar oculto donde te encuentras (quizà en el camiòn, en el metro, en un luminoso salòn de clases) sientas una punzada en el corazòn, algo parecido a un pellizco en el pecho, que te hara inevitablemente recordar mis manos y quizà con una gran contundencia, mis labios. Y reducido el mundo a estatuas, exclamaras mi nombre que como eco, en medio de una gruta, se repetira magnificado y ¿puro? a lo largo de la ciudad abandonada, sin pobladores tal cual es la ciudad de los enamorados... Eso pienso esta mañana.
Mientras tanto, afuera, la ciudad continua sucediendo.

No hay comentarios.: