miércoles, enero 14, 2009

Dos
La gente allà parece llenar la nada con historias que no pueden suceder en ninguna otra parte. Un lugar tan excentrico engendra personas cuyo pasado y futuro incierto se refleja en un presente difuso, que parece estancado y que sin embargo, transcurre en una sucesiòn de cosas siempre inusuales y anecdoticas. Todos parecen prestar una atenciòn especial a las cosas que en otras partes resultan insignificantes: fregar los trastes, cocinar, escuchar mùsica. Sucesos que son a la vez magnificados, como el sonido de una vocal pronunciada en un megafono, para despuès diluirse y sencillamente volver a la nada; Escucho las puertas que se abren y cierran, un auto que pasa por la calle, un perro perdido y hambriento. Sonidos que adquieren un peso especial y un matiz bajo el astro siempre presente en Nadilandia; El aire es a la vez enrarecido y pulcro; El sol, siempre el sol, a una altura màs cercana a las personas, es de todos los elementos del paisaje el ùnico que penetra todas las conversaciones. Veo a las personas despreocupadas, miro a B. y a M. divertidos en una sucesiòn de pequeñas reuniones, cenas improvisadas, idas a la playa màs cercana, caminatas entre la selva y pienso ¿porquè no se ven preocupados por el futuro o màs aun, por el presente? ¿què es para ellos el presente? Acà todo transcurre en otra dimensiòn, una hasta antes desconocida para mi y que al paso de las horas me ha llenado de otra fragrancia; Como un flashazo me siento de pronto envuelto en un mundo nuevo, descubro de manera vivencial, las muchas vidas que puede adquirir mi vida y me suelto: estoy ahora sumergido en la nada, habitando otro lugar como si fuera otro pais, como si hablara otro idioma, y me gusta. Me suelto de nueva cuenta (Me dejo llevar como esa tarde en las olas: alta la mar y sus olas, las veo venir y me tragan, pierdo la conciencia un instante mientras me arrastran a su voluntad, tengo los ojos cerrados y mi cuerpo no habituado a ese vaiven de manera instintiva pone resistencia, sabiendo que inevitablemente me hundire en algo parecido a unas entrañas, cediendo a su poder, exponiendo mi debilidad para despuès sentir su huida, y abrir de nuevo los ojos y verme sentado en la arena, y reirme. Nos hemos divertido. Me incorporo otra vez y me aviento a ellas, a sus brazos, al manto salino que me jala y atrae otra vez como aquellos labios hambrientos, asi, como un destino deliciosamente acordado...) y no hay nada. Pero lo mejor es que acà no hay intermedios, ni filtros, todo aparece en su forma bruta. Mar, origen de la vida. Hay celos, sì, es inevitable y parecen potenciados porque habitamos como en el origen del mundo; veo a B. peleando con D. en todo momento, reclamàndose, pidièndose, exigiendo la una de la otra ¿Alguna vez habrà rompimiento? Tengo la impresiòn que esas escenas que en cualquier otro lugar parecerian desquisiantes, aqui tienen un lado benevolente y hasta tierno. En el fondo nadie sufre: la veo llorar, la veo tocando el timbre a las cuatro de la mañana y me veo abriendo la puerta y tratando de calmarla ¿Deberìa llamar a la policia? ¿al doctor? No. En Nadilandia no funcionan las reglas que hay en otras partes. Viendola ahì, en la entrada sollozante y cubierta sòlo por una manta blanca, hago un ejercicio de desaprendizaje, trato de ayudarla y para eso olvido todo lo que sè, es eso lo que ella espera, es esa la forma correcta de actuar en esta parte del mundo. Ahora lo veo: Ya nada sè. Empiezo de nuevo. Despuès dormirè, sin exabruptos ni sobresaltos. Las cosas son como son ¿no?. Ellas se fundiran de nuevo en un beso por la mañana, y yo, muy temprano vuelvo a la playa, camino durante horas bajo el sol en plena canìcula sin cansarme, sigo caminando y mis pies alternativamente se mojan por las olas que se arrastran hasta la arena, como amantes suplicantes. Camino sin fatiga y no me percato de la metamorfosis, la transformaciòn que sucede a mi alrededor sino hasta despuès. Por primera vez mi mente adquiere el ritmo del paisaje, se funde con los colores, los sonidos y ese calor parecido al que sentimos al estar envuelto en unos brazos amorosos. La luna hace mas tersa la mutaciòn: el cielo azul poco a poco se torna rosa, lo mismo que la arena y el mar por un momento a la mitad de ese suceso, adquiere un turqueza electrizante, luminoso, deslumbrante. Hay un momento en el cual todo es rosa, despues morado, y de pronto todo se torna blanco, un blanco imponente y purificador: es de noche. Sin dar tregua a este mundo de claridades y de luces encendidas, la luna sucede al sol y baña todo sin dejar lugar a la simulaciòn o las sombras. Mis sentidos entonces parecen excitados, despiertos en un espectàculo que no tiene horario, solo una lìnea continua y perpetua. Todo parece enjuagado y reluciente como despuès de llorar, y el paisaje blanco entonces permite ver otra cosa, o mejor dicho, sentirlo: La unica verdad ahora es la de nuestros corazones organos vivos, la de mis sentidos que nacen al mundo aqui, ahora, la de todos nosotros que estamos acà sin pasado ni antecedentes (aquello, lo otro fue una huella en la arena). Nada parece màs importante, escuchamos la mùsica que forman las olas, y durante horas miramos el recorrido de las estrellas y somos uno con ellas; Volverse vegetal, ahora vaiven y movimiento de olas y nubes para despuès... ¿Cuànto poder, cuànta fuerza en lo que descubrimos quienes venimos a esta parte del mundo? Nos volvemos testigos, salvaguardas, y aunque no lo digamos, sabemos que presenciamos algo sin precedentes y que despuès de este viaje, no habrà retorno, porque en Nadilandia, el pasado ya no existe y hemos sido tocados por ese destino. ¿Volvimos a nacer?

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