jueves, agosto 21, 2008

quiero hacer un relato de lo que imagino que debío ser. Quiero relatar lo que hay a partir de esa insatisfacción, de esa búsqueda insaciable de troglodita. Quiero hacer un poema que una los tiempos, hoy, mañana, siempre. Estar y volver. Quiero andar todos los caminos posibles, llegar a la deriva y saltar, volver al origen y reandar nuevamente lo que queda pendiente, vivir 100, 200 años. No dar oportunidad al arrepentimiento o si es necesario vivirlo, despertar al otro día y volver para aniquilarlo ¡Oh señor de los tiempos, concede serenidad a mi conciencia!
cada hora avanza, se instala, veo con más claridad los planos en los que estoy inmerso; como en una partitura, cada uno cuelga suspendido de líneas que se pierden en el horizonte y que en algún punto se cruzan: el del niño que fuí, el del hombre que a duras penas me forjo, el del ingeniero, el del poeta siempre en nacimiento, el Ayer que reinvento, hoy en la tarde sangrienta, hoy en mis mañanas de oficinista, las tareas que no hice, tu recuerdo que es mi recuerdo más constante. Tecleo los signos de lo que habita en el reverso de la hoja: el autobús que no tomé por el retraso, la no declaración que quedo en amor perdido, en supuesto. Todo eso es real: a esta hora de la noche, tienen presencia los abrazos que imagino estaban destinados, las frases cariñosas, lo mismo que el noticiario de la noche, mi rodilla raspada que toco y arde y que se que es real por su dolor. A ti también te toco en mi conciencia y sé que eres real y estas aqui porque ardes, sobrevives todavía en este tiempo en mi memoria como naufrago. Todo es real: los impulsos que me llevan a entregarme a ti y sólo a ti, la cena que apuro en la mesa, son signos que inundan mi vista y que agitan mi conciencia y corazón sin tocarte, sin conocerte realmente. Te desconozco y me miras extrañado, por eso debo explicarme, por eso mi empeño en describir la situación que vivo, en hacer de eso relatos y poemas -pues si viven deben morir-. Me resulta inevitable hablar de esto, he luchado por años contra esa yuxtaposición de realidades, pasado y presente y futuro, pero a esta hora de la noche brotan de mis dedos como fuentes, como historias que deberian ser parte de la memoria y que tendrían que ser nuestro pasado. Mi pasado y nada más. Me confieso: aveces amo más esas historias que invento, donde podemos amarnos de una forma indecorosa y acertada. Nuestros desbordamientos ahí están medidos y dosificados, no corremos peligro. Habitamos esa casa sin lujos, existimos de manera casi elemental y de alguna manera común, habitual, sin grandes invenciones. Por las mañana te preparo café, por las tardes cuando llegas cansado me haces un relato de tu día: ¿es eso pasado o futuro? Luego damos un salto al día, estiro mi brazo inmenso que descubre la mañana iluminada: aire, flores, ¡es primavera!

1 comentario:

Pável dijo...

Eso es futuro perfecto, sueños pretéritos, ansias presentes que rompen todas las continuidades y líneas temporales.

Utopía.