miércoles, octubre 11, 2006


Desde que era pequeño escuchaba con frecuencia canciones que comenzaban diciendo algo asi como "la vida no vale nada" "Yo senti que mi vida se perdia en un abismo profundo y negro", o letras que francamente despertaban mi imaginacion como "fue en un cabaret donde te encontre bailando"...Con frecuencia imaginaba que aquello que tanto se citaba en aquellas canciones tenia que ver con la marginalidad y la entrega, el llanto si, pero también con el placer desbordante y sin remordimientos. Creia por ejemplo, que en las montañas que cubren las carreteras sucedian encuentros de amantes profugos y libertinos, felices sin duda y que moraban en cabañas minusculas y reconfortantes, y por alguna razon sentia celos de ellos. Es probable que desde entonces intuia que el verdadero amor era un abandono y una entrega, era asomarse desde lo alto de un rascacielos y sentir el viento y el vacio, y era sobre todo, gozar con el vertigo y la posibilidad de la caida que en mis sueños, era obvio, no sucedia. Asi funciona la mente de un niño que sueña mucho: imagina el calor del fuego pero desconoce su peligro latente, hasta que un dia decide probar con sus propias manos esa luz que tanto le fascina...y se quema.

1 comentario:

Pável dijo...

No tengo mucho qué decir al respecto. Ayer tuve una charla con el objeto de mi afecto sobre lo que entiendo cuando digo "amor". Y lo que escribes y describes empata tan perfectamente, que eso me da un poco de esperanza para no resingarme y dejar de creer. Debe haber otros locos. Debe haber.